Días pasados, el matrimonió se expresó ante un nuevo movimiento de expedientes, que tuvo impacto en el terreno, ya que móviles de la municipalidad ingresaron a lo que los propietarios consideran como su propiedad, para tirar postes. Ahora es el turno de los demás vecinos.
    
“Hasta el momento, quienes vivimos en el barrio Norte hemos mantenido cautela respecto de nuestros dichos públicos con el solo objeto de respetar las determinaciones de las instituciones de ciudad, que nos representan, y sus organismos de control, que deberían hacer cumplir lo que las primeras decretaron. Así debería funcionar la democracia, ¿verdad? Pues ello no ocurre y la situación ha llegado al colmo”.
“Hace más de cuatro meses que los vecinos del barrio Norte nos encontramos inmersos en un increíble “conflicto” que no nos corresponde y que mantiene en vilo a la comunidad del lugar. Cuatro meses de reuniones, dimes y diretes, idas y vueltas mientras que las calles 9 de Julio y Lisandro de la Torre continúan cortadas, con pozos que ponen en riesgo a los ciudadanos que circulan por el lugar (por dar solo un ejemplo) y sin ningún tipo de solución”.

“Ocurre que la solución ya está decretada. Se trata del decreto municipal Nº 2666, el cual fue suscripto por el propio Intendente, y establece la revocación de la autorización concedida para la ejecución de la obra, la readecuación de los planos para la ejecución de la obra y la cesión de la respectiva media calle. Exigimos que se cumpla dicho decreto, ni más ni menos”.

“Pero nadie parece dispuesto a hacer respetar lo anterior. Incluso a sabiendas de que existen viviendas terminadas en la misma calle y vereda de la construcción mencionada que demarcan la línea municipal hace años”.

“En cambio, la obra sigue avanzando sobre las calles. Y, aunque resulte increíble, se acercan al barrio funcionarios con soluciones mágicas (rechazadas por los vecinos) planteadas en contraposición al propio decreto, fraguando acuerdos inexistentes con los vecinos, representando vaya a saber qué intereses privados y dejando de lado toda la historia del lugar, las audiencias a las que asistimos y, primordialmente, ignorando de plano los motivos por los que nuestro municipio decretó que la calle debía tener quince metros de ancho”.

“Son argumentos que cualquiera puede consultar pues figuran en el dicho decreto de carácter público. Pues bien, parece que hay funcionarios en el municipio que no están de acuerdo con el municipio al que pertenecen y trabajan por cuenta propia. Una cosa de locos”.

“Cada vez que consultamos a las autoridades “competentes” nos reciben con una catarata de palabras sin sustento o directamente no nos reciben. Sumado a lo anterior, todos los vecinos debemos cuidar constantemente que nuestros chicos no circulen por el lugar, observar con incredulidad cómo esquivan los obstáculos aquellos que recolectan los residuos, la policía, las ambulancias y el servicio público que se imaginen”.

“Es más, también debemos visitar una vez por semana el municipio, pues la obra continúa avanzando, solo para recibir respuestas condescendientes y sin ningún tipo de sustancia. Sólo palabras, ni un solo hecho. ¿Cuándo piensa el municipio ejecutar lo decretado, trazar la calle y construir el cordón cuneta?”

“De ninguna manera es nuestra intención darle un tinte político a este tema que nos afecta pero no somos inocentes. Estamos conscientes de que saldrán a opinar propios y extraños sobre nuestra situación intentando capitalizar políticamente, como siempre, un estado de cosas que modificó para mal nuestra vida cotidiana”.

“Somos ciudadanos de trabajo, solo eso. Contamos con documentación y avales legales que acreditan lo escrito. No es justo lo que está ocurriendo. Lo único que pedimos es que se respete el decreto por el bien de nuestro barrio y nuestra gente”.