Recordemos que las canastas Básica y Total, marcan las líneas de indigencia y pobreza, respectivamente. Específicamente, en este caso, en lo relacionado con precios de alimentos, sin tomar servicios públicos.

En ambas hay descensos, tal como se ha promocionado por otros institutos, se hace patente una desaceleración de los precios, tras la suba de los primeros meses.

Una persona adulta para no ser indigente debería percibir un ingreso mensual de $1571,80 (unos $24 menos en promedio que lo registrado en julio, variando de $1367 a $1647 según el sector de la ciudad relevado) y para estar por encima de la línea de la pobreza debería contar con ingresos por $3693,73 ($135  menos que el mes  anterior).

Con estos mismos datos se realizo el cálculo de la Canasta Básica para un grupo familiar constituido por dos adultos y dos menores, dando como resultado la suma de $4856,86 (unos $73 menos que en julio), y la Total, es decir los ingresos que deberían percibir en dicho hogar para no caer por debajo de la línea de la pobreza asciende a los $11413.63 (unos $417 menos que en julio).

Por tanto en la medición promedio de la ciudad con respecto a los datos recogidos en julio se ha producido un descenso del 1.47%  de la Básica y del 3.53% en la Total.

El aumento acumulado en los ocho primeros meses  del año 2016 es de 20.85% para la CBA y 23.48% para la CBT, siendo el aumento interanual de 51.48% y 53.43%, respectivamente.

Las carnes participan en la composición con el 41%, la harina y sus productos derivados (11%) mantienen una alta participación en la CBA. 

Mientras que frutas y verduras tienen una participación del 22%, y la leche con una participación en la composición de la CBA al 8% aproximadamente, el resto de los productos insumen alrededor del 18% restante.