En primer término repasó algunas de las actividades y responsabilidades de la cartera que conduce que, se lamentó, no tiene escuelas, pero está en todas las escuelas del país.

Aclaró que, administrativamente, las escuelas dependen de las Provincias, pero que al formar parte del un gobierno que reposicionó el Estado, deben construir una “nación educativa”.

Reconoció que cuesta, debido a los 200 años de historia y a postergación de índoles social y económica.

De todos modos diferenció lo que existía en el 2002, un archipiélago, con el sistema nacional de educación que existe hoy.

Por otro lado, explicó que discuten con el concepto del “pasado dorado” en la educación.

Sostuvo que los pibes argentinos de hoy, recuerdan a los mismos docentes que se recordaban hace 60 años: los que los exigen, los que suben la vara.

Manifestó que se ha cambiado la forma de construir la autoridad dentro de las escuelas.

Ya la autoridad no te la da un título, te lo da el ejercicio cotidiano y el ejemplo.

Por otro lado, diferenció las vocaciones de las cuestiones relacionadas con el “trabajador de la educación”.

Señaló que se viene una etapa de capacitación, curiosidad e información.

De todos modos, sostuvo que hay un corazón de la profesión docente que es querer lo que se hace.

En otro punto, reconoció, está la lucha por el reconocimiento por esa tarea, que está bien, dijo.

De todas formas, afirmó que tiene perspectivas optimistas.

En otro orden, respecto a los docentes, indicó que han cambiado muchas cosas, y que no se está siempre en el mismo lugar.

La sociedad toda ha mejorado, se debaten cuestiones profundas y complejas y en las escuelas hay otro clima.

Por último se refirió al incentivo a los estudiantes de Ingeniería.

Añadió que está más vigente que nunca, y que han logrado recuperar el interés que tenían las carreras de ingeniería.