Jueves 28 de Marzo de 2024

LOCALES

21 de septiembre de 2014

Femicidio: Piden mayor visibilización de la problemática

En el marco del desarrollo de las audiencias por el crimen de Tamara Bravo, y en vistas de juicios similares que llegaran a corto plazo, varios especialistas locales piden que el tema tenga un mayor abordaje por parte de la comunidad y los medios, ya que se trata de hechos evitables.

La reflexión enviada a los medios está firmada por la Licenciada Gabriela Gamberini, Vicedecana FACSO; la Licenciada Patricia Pérez de Estudios de Comunicación, Cultura y Género grupo de investigación de la FACSO; la Licenciada Carolina Planes por el Programa Permanente de Estudios de la Mujer; FACSO/UNCPBA; Carlos Rodríguez por el grupo CheSida y Florencia Popp de la Delegación del INADI.

Afirman que “Las formas extremas que asume la violencia de género o violencia machista son los ‘femicidios’: asesinatos de mujeres cometidos por los hombres, originados por el menosprecio, el odio, el placer o el sentido de propiedad que se atribuyen sobre ellas. Están motivados por la condición de género, por la orientación sexual o por la identidad de género de las personas. Violencia de género y femicidios se dan -como la muerte- entre las mujeres ricas y las mujeres pobres, sobre todo entre las más jóvenes pero también sobre las no tanto, entre las creyentes y las agnósticas, en las amas de casa y en las profesionales. Ambos delitos no distinguen condición alguna, pero tienen un común denominador: las mujeres. La violencia de género es ejercida por varones, y se debe descartar la idea de que forma parte de un acto descontrolado; al contrario, es un acto de control de los hombres por sobre las mujeres”.

Recuerdan que “El femicidio fue incorporado al Código Penal sobre fines del año 2012 como forma agravada del delito de homicidio simple. La figura punitiva prevé una pena de reclusión o prisión perpetua, para quien matare a su “ascendiente, descendiente, cónyuge o a la persona con quien mantiene o ha mantenido una relación de pareja mediare o no violencia”. La pena se agrava también cuando las muertes corresponden a personas trans”. 

Se lamentan porque “Sobre los femicidios como sobre la violencia de género se dicen, se escuchan, se ven y se leen muchas opiniones que no siempre se ajustan a la verdad. En principio, las mujeres no son “culpables” de su destino fatal: a ninguna mujer le gusta ser maltratada o golpeada ni se merece trato denigratorio alguno. Los femicidas son sujetos violentos y sus acciones no tienen justificativo alguno; suelen ser exculpados socialmente atribuyendo actitudes no aprobatorias a las prácticas de las mujeres no ligadas a la moralidad dominante (usar determinada vestimenta, salir sola, tener amigos de otro sexo)”.

Para los profesionales “Se trata en general de muertes evitables: las mujeres cuyas vidas se extinguen en manos de sus femicidas han recorrido un largo camino que incluye comisarías, fiscalías, defensorías, juzgados, estudios privados, consejerías, etc. intentando aminorar esa posibilidad de muertes absurdas. También incluye idas y vueltas en términos personales. Sin embargo, en ocasiones, el derrotero es en vano y para algunas, como Tamara Bravo, no hubo red que pueda contener su demanda institucional de cuidado para sí misma”.

“Las mujeres “avisan” como pueden  sobre el peligro al que están sometidas: las lesiones, las amenazas de muerte, la privación de contacto con familiares o amigos/as, la negación de asistencia alimentaria, los abusos sexuales consumados al interior de la pareja, los llamados o mensajes insistentes, etc. constituyen claros indicios de la peligrosidad en la que se encuentra quien se anima a denunciar los hechos”. 

“Muchas veces no se llega a tiempo desde el Estado, aunque hay establecidas medianamente una serie de políticas preventivas -por ejemplo la distribución de botones antipánico, los grupos terapéuticos para víctimas y violentos, las mesas de trabajo y concertación interinstitucionales, el trabajo en las aulas- tendientes a minimizar los desenlaces fatales y a mejorar la calidad de vida de las personas violentadas”.

“El problema es de índole cultural y la violencia de género está fuertemente arraigada e invisibilizada en la sociedad en una multiplicidad de prácticas (la educación, la política, la salud, las relaciones interpersonales, el trabajo etc.). Urge, entonces, instalar el tema con más énfasis en la agenda política y mediática que posibilite cuestionar los mecanismos de  reproducción acrítica de prácticas violentas naturalizadas que actúan en desmedro de las mujeres como también promover un marco integral de derechos entre ellos el respeto en la diversidad y la igualdad en todos los ámbitos donde las mujeres desarrollan sus actividades, incluyendo los ámbitos privados/domésticos”.

“Asimismo, y si bien es tarde porque los femicidios han cobrado más vidas, se espera que el tratamiento de justicia sancione firmemente la violencia hacia las mujeres, con sentencias que valoren el derecho a la vida y con perspectiva de género”. 

“Que la muerte de Tamara, así como la de muchísimas otras mujeres, no sean desapercibidas. Que sus ausencias se concreten en decisiones políticas, acciones de gobierno y prácticas de concientización acordes con la gravedad de la problemática”.



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